Vengo a hablarles de una verdad tan simple y tan profunda que ha sido velada por siglos de dogma y malentendidos. Una verdad que, si la aceptan, no solo cambiará su vida, sino que les revelará que nunca hubo nada que cambiar más que ustedes mismos.

La mayoría de ustedes vive reaccionando a un mundo que creen externo y sólido. Pasan sus días puliendo el espejo, esperando que su reflejo mejore. Se quejan de las circunstancias, culpan a otros, rezan a un dios externo pidiendo que intervenga en su desorden. Yo les digo esta noche: dejen el espejo en paz. El mundo que ven no es más que un reflejo de su propia conciencia. Para cambiar el mundo, deben cambiar su concepción de sí mismos.

La base de toda existencia, la primera causa, la única realidad, se puede resumir en dos palabras: YO SOY.

No digo que yo, Neville, soy Dios. Digo que la conciencia que en este momento te permite saber que existes, ese sentimiento de ser, ese YO SOY, es Dios. No hay otro. Esta conciencia es una, aunque se manifieste en una legión infinita de formas. Cuando dices "soy rico", "soy pobre", "estoy enfermo" o "soy exitoso", no estás definiendo diferentes YO SOY. Estás vistiendo al único e indivisible YO SOY con diferentes conceptos, con diferentes ropajes.

El gran descubrimiento es este: tú, en tu esencia, eres el árbitro de tu propio destino. Tu concepto de ti mismo determina el mundo en el que vives. No tus acciones, no tus palabras, sino tu concepto fundamental de ser. Si experimentas enfermedad, es porque en el centro de tu ser has aceptado el concepto "estoy enfermo". No es un castigo ni una casualidad; es la manifestación de una ley inmutable. Por eso se les dijo: "Que el hombre débil diga: 'Yo soy fuerte'". Porque al asumir un nuevo concepto, la causa-sustancia —YO SOY— se reorganiza y debe, obligatoriamente, manifestar lo que la nueva afirmación declara.

Esta noche, les pido que dejen de mirar hacia afuera buscando causas. La causa de los fenómenos de su vida está en un solo lugar: su propio estado de conciencia. Si su concepto de sí mismos fuera diferente, todo en su mundo sería diferente. No hay escape. Solo hay un YO SOY, y tú eres ese YO SOY. Tu única tarea es decidir qué aspecto de ese infinito YO SOY vas a expresar.