Déjame mostrarte de una manera sencilla cómo funciona esto. En el mundo físico, en el "mundo de César", dependemos de nuestros sentidos para darle realidad a las cosas: el sentido del tacto, el sonido, la vista… y con esos sentidos les damos validez. Los usamos para interpretar el mundo, pero la imaginación es una sensación espiritual.
Ahora, no necesito tener el objeto físico frente a mis ojos o tocarlo con las manos en este momento. Puedo imaginarlo. Pero, ¿puedo tocarlo en mi imaginación? Bien, mira si no puedes hacerlo ahora. Piensa en una pelota de tenis. Solo piensa en ella. Ahora, ¿dónde está? ¿Puedes hacer que rebote y escuchar el sonido? Imagina que rebota y escucha el sonido. ¿Puedes sostenerla? ¿Puedes sentir su textura? ¿Puedes olerla? Muy bien, has hecho todo eso en tu imaginación.
Pero ahora dirás: "Eso es solo imaginación; eso no es real. No existe". Perfecto.
Ahora, toma una pelota de béisbol. Haz lo mismo con ella. ¿Rebota? No, tal vez no rebote de la misma manera que la pelota de tenis. ¿Se siente igual? No. ¿Huele igual? No. Si puedes discriminar entre estas dos cosas, entre estos dos objetos, entonces debes reconocer que existen. ¿Cómo lo sabes? Porque puedes distinguir entre ellos. Si uno no fuera real y el otro tampoco, no podrías hacer esa distinción. Solo puedes discriminar si existen. Existen, aunque no puedas verlos con los ojos físicos; pero existen.
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