Neville nos invita a ir más allá de la lógica y los sentidos. Pilato le pregunta: “¿Qué es la verdad?”, y Jesús no responde, porque la verdad no puede explicarse con palabras; solo vivirse. Jesús dice: “Yo soy la Verdad”, y eso rompe con la lógica del mundo físico, donde la verdad debe coincidir con los hechos externos. Neville enseña que la verdadera verdad nace de una fe interior que trasciende lo visible.

Creer en lo que todavía no se ve. Asumir que ya sos quien querés ser. Esa es la verdad creativa. La Escritura lo afirma: “Todo lo que desees, cuando ores, cree que ya lo has recibido, y lo tendrás”. La mayoría no logra soltar lo que no quiere, ni un instante, para abrazar lo que sí desea. Ahí está el punto: persistir en lo invisible, en la historia interna, hasta que se proyecte en el mundo..

Amar al prójimo como a uno mismo no es altruismo, es reconocimiento: el otro es uno mismo en fragmentación. Somos un solo Ser diciendo “yo soy” desde miles de cuerpos. No hay otro. La separación es ilusión.

La Verdad es progresiva. Cada nivel te revela más, pero el Amor está por encima de todo. Neville afirma que el amor es más grande que la verdad, porque puede salvar donde la verdad, sola, no alcanza.

La verdadera oración no se dice con palabras, sino con persistencia interna. La Verdad se demuestra asumiendo lo que deseás, creyendo que ya es tuyo, y viendo cómo el mundo se alinea. Eso es dar testimonio de la Verdad.