Más allá de la capacidad del individuo para forjar su destino en el plano físico, Goddard presenta un segundo nivel de creación, un plan cósmico orquestado por Dios. Este plan, asegura, es inmutable y concierne a la salvación y glorificación final de cada ser humano. Para describir este proceso, cita el Libro de los Romanos (8:29-30), que detalla cinco etapas divinas:
- Presciencia : Aquellos a quienes Dios conoció de antemano.
- Predestinación : Fueron predestinados a ser conformes a la imagen de Su Hijo.
- Llamado : A quienes predestinó, también los llamó.
- Justificación: A quienes llamó, también los justificó.
- Glorificación : A quienes justificó, también los glorificó.
Este proceso culmina en la "glorificación", que Goddard interpreta como el acto final de Dios de entregarse a Sí mismo al hombre, permitiendo que el hombre se convierta en Dios. Este es un destino del que nadie puede escapar, independientemente de sus acciones en la vida terrenal.
La Experiencia Mística como Testimonio
Goddard sostiene que estas verdades no son meras teorías, sino realidades que se experimentan a través de despertares místicos. Comparte sus propias experiencias, como la de ser "llevado en Espíritu al templo", interpretando que el verdadero templo es el propio ser. Describe el encuentro con "Simeón" (cuyo nombre significa "oír con entendimiento") como una metáfora del momento en que uno, tras haber oído la promesa divina, finalmente la "ve" o experimenta directamente a través del nacimiento del "niño" o la conciencia crística interior.
Relata también una experiencia en la que, poseído por el Espíritu, fue capaz de detener y reanudar el movimiento del mundo a su alrededor, demostrando que la realidad física es dependiente de la percepción y que la vida misma es una actividad de la imaginación. Esta es, según él, una prueba del poder que le espera a la humanidad tras la resurrección y la liberación de la "rueda de la recurrencia".
En conclusión, "El Ideal Supremo" de Neville Goddard es un concepto dual. Por un lado, es la meta personal y alcanzable que cada individuo puede y debe fijarse, utilizando la técnica de asumir la sensación del deseo cumplido para materializarla. Por otro lado, el ideal supremo y último es un regalo ineludible de Dios: la unión con lo Divino, un destino predestinado que se revela a través de una serie de experiencias espirituales internas que confirman la verdad de las Escrituras como la propia biografía del alma humana.
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