En una conversación reciente, le pregunté a un empresario de gran éxito cuál era su fórmula. Se rió, sintiéndose algo avergonzado, y respondió: "Supongo que es simplemente porque no puedo concebir el fracaso. No es algo en lo que piense mucho. Es más bien un sentimiento que tengo". Su afirmación coincide completamente con mis propias convicciones. Podemos pensar en algo indefinidamente sin que se materialice en nuestra realidad, pero una vez que sentimos su verdad, estamos destinados a encontrarla. Cuanto más intensamente lo sintamos, más pronto se manifestará.
