Ahora, estamos invitados a ser imitadores de Dios como queridos niños y a usar la misma técnica, porque se nos ha dado un regalo que nos hace inmortales. El regalo es la mente y el habla, y si usamos estos dones sabiamente y correctamente, no diferimos en nada de los Inmortales. Ellos serán nuestra guía después de que desechemos estos cuerpos y nos lleven a la propia tropa de los dioses y a aquellos yos que han alcanzado la felicidad: la inmortalidad.

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