No es una metáfora, no es una idea espiritual bonita: es un hecho. No hay nada fuera de la conciencia. Todo lo que ves, lo que sentís, lo que llamás “vida” no es más que conciencia dándose forma a sí misma. Cada objeto, cada encuentro, cada emoción es la evidencia de que una idea fue aceptada como real. La conciencia no observa el mundo: lo crea. No es un testigo pasivo, es el escultor invisible detrás de cada experiencia.