El principal obstáculo en el camino de la creación consciente no es la falta de deseo ni la falta de conocimiento, sino la presencia de una mente dividida. Este conflicto interno se manifiesta de una forma muy concreta en el lenguaje: la frase "Creo, pero...". Una persona puede recitar con aparente convicción los principios de la Ley: "Creo que soy el creador de mi realidad", "Creo que mi imaginación es Dios", "Creo que puedo tener todo lo que deseo", solo para anularlo todo con esa conjunción fatal: "…pero no veo movimiento", "...pero las circunstancias son difíciles", "...pero mi persona específica es terca".