Tu conciencia es la vida que le da forma a tu realidad. Si dejás de prestarle atención a algo, le quitás el flujo vital. Eso es matar simbólicamente al problema. No le das más energía. Lo ignorás por completo.
Con esa sangre —esa atención consciente— **mojás a la segunda ave**, es decir, **impregnás de vida a tu solución**. Empezás a **sentir** que ya sos eso que deseás ser. Le transferís tu energía. Le das forma y le das vida.
Este acto se parece a la historia de Jacob siendo bendecido por su padre ciego, Isaac. Isaac no podía ver, y vos tampoco debés ver tu problema: debés estar ciego a la carencia. Tu atención ya no está puesta en lo que te limita. Ahora tu mirada interior está completamente dirigida a tu solución.