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Parte 3 - Cambiar la Consciencia

De nuevo, Moisés declaró: “YO SOY EL QUE SOY”. Ahora, he aquí algo que siempre debemos tener presente. No se puede poner vino nuevo en odres viejos, ni remiendos nuevos en vestidos viejos. Es decir, no puedes llevar contigo a la nueva consciencia ninguna parte del viejo hombre. Todas tus creencias, miedos y limitaciones actuales son pesos que te atan a tu nivel actual de consciencia. Si deseas trascender este nivel, debes dejar atrás todo lo que ahora es tu yo actual, o concepción de ti mismo. Para hacer esto, aparta tu atención de todo lo que ahora es tu problema o limitación y concéntrate solo en ser. Es decir, te dices en silencio pero sintiéndolo: “YO SOY”. No condiciones esta ‘consciencia’ todavía. Simplemente declárate ser, y continúa haciéndolo, hasta que te pierdas en el sentimiento de solo ser – sin rostro y sin forma. Cuando se alcanza esta expansión de consciencia, entonces, dentro de esta profunda informalidad de ti mismo, da forma a la nueva concepción SINTIÉNDOTE ser AQUELLO que deseas ser.

Encontrarás dentro de esta profundidad de ti mismo que todas las cosas son divinamente posibles. Todo en el mundo que puedas concebir ser, es para ti, dentro de esta presente consciencia sin forma, un logro de lo más natural.

La invitación que se nos da en las Escrituras es – “estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”. El ‘cuerpo’ es tu concepción anterior de ti mismo y ‘el Señor’ – tu consciencia de ser. Esto es lo que se quiere decir cuando Jesús le dijo a Nicodemo: “Os es necesario nacer de nuevo; porque el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Es decir, a menos que dejes atrás tu concepción actual de ti mismo y asumas la naturaleza del nuevo nacimiento, continuarás proyectando tus limitaciones actuales.

La única manera de cambiar tus expresiones de vida es cambiar tu consciencia. Porque la consciencia es la realidad que eternamente se solidifica en las cosas que te rodean. El mundo del hombre, en cada detalle, es su consciencia exteriorizada. No puedes cambiar tu entorno, o mundo, destruyendo cosas, como tampoco puedes cambiar tu reflejo destruyendo el espejo. Tu entorno, y todo lo que contiene, refleja aquello que eres en la consciencia. Mientras continúes siendo eso en la consciencia, continuarás proyectándolo en tu mundo.

Sabiendo esto, comienza a revalorizarte. El hombre se ha valorado muy poco a sí mismo. En el Libro de los Números leerás: “Había gigantes en la tierra en aquellos días; y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”. Esto no significa un tiempo en el pasado remoto cuando el hombre tenía la estatura de gigantes. Hoy es el día, el eterno ahora, cuando las condiciones a tu alrededor han alcanzado la apariencia de gigantes (como el desempleo, los ejércitos de tu enemigo, tus problemas y todas las cosas que parecen amenazarte); esos son los gigantes que te hacen sentir como una langosta. Pero, se te dice, primero fuiste, a tu propio parecer, una langosta, y debido a esto fuiste para los gigantes – una langosta. En otras palabras, solo puedes ser para los demás lo que primero eres para ti mismo. Por lo tanto, revalorizarte y comenzar a sentirte el gigante, un centro de poder, es empequeñecer a estos antiguos gigantes y convertirlos en langostas. “Todos los habitantes de la tierra son reputados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, ni le diga: ¿Qué haces?” Este ser del que se habla no es el Dios ortodoxo sentado en el espacio, sino el único Dios – el padre eterno, tu consciencia de ser. Así que despierta al poder que eres, no como hombre, sino como tu verdadero ser, una consciencia sin rostro, sin forma, y libérate de tu prisión autoimpuesta.

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”. La consciencia es el buen pastor. Aquello de lo que soy consciente de ser, son las ‘ovejas’ que me siguen. Tan buen ‘pastor’ es tu consciencia que nunca ha perdido una de las ‘ovejas’ de las que eres consciente de ser.

Soy una voz que clama en el desierto de la confusión humana por aquello de lo que soy consciente de ser, y nunca llegará el momento en que aquello de lo que estoy convencido que soy deje de encontrarme. “YO SOY” es una puerta abierta para que entre todo lo que soy. Tu consciencia de ser es señor y pastor de tu vida. Así que, “Jehová es mi pastor; nada me faltará” se ve ahora en su verdadera luz como tu consciencia. Nunca podrías estar en necesidad de prueba o carecer de la evidencia de aquello de lo que eres consciente de ser.

Siendo esto verdad, ¿por qué no volverse consciente de ser grande; amante de Dios; rico; saludable; y todos los atributos que admiras?

Es tan fácil poseer la consciencia de estas cualidades como lo es poseer sus opuestos, pues no tienes tu consciencia actual debido a tu mundo. Al contrario, tu mundo es lo que es debido a tu consciencia actual. Simple, ¿no es así? Demasiado simple, de hecho, para la sabiduría del hombre que intenta complicarlo todo.

Pablo dijo de este principio: “Para los griegos” (o la sabiduría de este mundo) “es locura”. “Y para los judíos” (o aquellos que buscan señales) “un tropiezo”; con el resultado de que el hombre continúa caminando en la oscuridad en lugar de despertar al ser que es. El hombre ha adorado durante tanto tiempo las imágenes de su propia creación que al principio encuentra esta revelación blasfema, ya que significa la muerte de todas sus creencias previas en un Dios aparte de sí mismo.

Esta revelación traerá el conocimiento de que “Yo y mi Padre uno somos, pero mi Padre mayor es que yo”. Eres uno con tu concepción actual de ti mismo. Pero eres mayor que aquello de lo que actualmente eres consciente de ser.

Antes de que el hombre pueda intentar transformar su mundo, primero debe sentar las bases – “YO SOY Jehová”. Es decir, la consciencia del hombre, su consciencia de ser es Dios. Hasta que esto esté firmemente establecido de modo que ninguna sugerencia o argumento presentado por otros pueda sacudirlo, se encontrará regresando a la esclavitud de sus creencias anteriores.

“Si no creéis que YO SOY, en vuestros pecados moriréis”. Es decir, continuarás confundido y frustrado hasta que encuentres la causa de tu confusión. Cuando hayas levantado al Hijo del Hombre, entonces conocerás que YO SOY, es decir, que yo, Juan Pérez, no hago nada por mí mismo, sino que mi Padre, o ese estado de consciencia con el que ahora soy uno, hace las obras.

Cuando esto se comprende, todo impulso y deseo que surge dentro de ti encontrará expresión en tu mundo.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. El “Yo” que llama a la puerta es el impulso.

La puerta es tu consciencia. Abrir la puerta es volverse uno con aquello que está llamando, SINTIÉNDOSE ser la cosa deseada. Sentir el propio deseo como imposible es cerrar la puerta o negar la expresión a este impulso. Elevarse en consciencia a la naturalidad de la cosa sentida es abrir de par en par la puerta e invitar a este a encarnarse.

Por eso se registra constantemente que Jesús dejó el mundo de la manifestación y ascendió a su Padre.

Jesús, como tú y yo, encontró todas las cosas imposibles para Jesús, como hombre. Pero habiendo descubierto que su Padre era el estado de consciencia de la cosa deseada, simplemente dejó atrás la “consciencia de Jesús” y se elevó en consciencia a ese estado deseado y permaneció en él hasta que se volvió uno con él. Al hacerse uno con eso, se convirtió en eso en expresión.

Este es el simple mensaje de Jesús al hombre: Los hombres no son más que vestiduras en las que mora el ser impersonal, YO SOY, la presencia que los hombres llaman Dios. Cada vestidura tiene ciertas limitaciones. Para trascender estas limitaciones y dar expresión a aquello que, como hombre – Juan Pérez – te encuentras incapaz de hacer, apartas tu atención de tus limitaciones actuales, o de la concepción que Juan Pérez tiene de sí mismo, y te sumerges en el sentimiento de ser aquello que deseas. Cómo este deseo o consciencia recién alcanzada se encarnará, ningún hombre lo sabe. Porque Yo, o la consciencia recién alcanzada, tengo caminos que vosotros no conocéis; sus caminos son inescrutables. No especules sobre el CÓMO de esta consciencia encarnándose, pues ningún hombre es lo suficientemente sabio como para conocer el cómo. La especulación es prueba de que no has alcanzado la naturalidad de ser la cosa deseada y, por lo tanto, estás lleno de dudas.

Actualizado el 16 de may. de 2025