Capítulo 8 - Fe
“Y Jesús les dijo: A causa de vuestra incredulidad, porque de cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a esta montaña, muévete a ese lugar, y será removida, y nada te será imposible." (Mateo 17:20)
Esta fe de un grano de mostaza ha demostrado ser una piedra de tropiezo para el hombre. (Corintios 1:23) Se les ha enseñado a creer que un grano de mostaza significa un pequeño grado de fe. Entonces, él naturalmente, se pregunta: ¿Por qué él, un hombre maduro, debería carecer de esta medida insignificante de fe cuando una cantidad tan pequeña asegura el éxito?
"La fe", se te dijo, "es la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven." (Hebreos 11:1) Y de nuevo, "A través de la fe, los mundos fueron hechos por la palabra de Dios, de modo que las cosas que se ven fueron hechas de las cosas que no se ven.” (Hebreos 11:3) Las cosas invisibles fueron hechas visibles.
El grano de la semilla de mostaza no es la medida de una pequeña cantidad de fe. Por el contrario, es lo absoluto en la fe. Una semilla de mostaza es consciente de ser una semilla de mostaza y sólo una semilla de mostaza. No tiene conocimiento de ninguna otra semilla en el mundo. Está sellada con la convicción de que es una semilla de mostaza de la misma manera que los espermatozoides sellados en el útero son conscientes de ser el hombre y sólo el hombre.
Un grano de semilla de mostaza es realmente la medida de fe necesaria para lograr todos tus objetivos, pero al igual que la semilla de mostaza, tú también debes perderte en la conciencia de ser sólo lo que deseas. Permaneces dentro de este estado sellado hasta que explota y revela tu afirmación consciente. La fe es sentir o vivir en la conciencia de ser lo deseado, la fe es el secreto de la creación, la VAU en el nombre divino JOD HE VAU HE, la fe es el HAM en la familia de Noah, la fe es la sensación del tacto por el cual Isaac bendijo e hizo real a su hijo Jacob. Por fe, Dios (tu conciencia) llama a las cosas que no se ven como si fueran y las hace visibles.
Esta es la fe que te permite ser consciente de ser lo que deseas, de nuevo, esta es la fe la que te sella en este estado consciente hasta que tu afirmación invisible madura hasta su pleno desarrollo y se expresa a sí misma, es hecha visible.
La fe o la sensación es el secreto de esta apropiación. A través de la sensación, la conciencia que desea se une a la cosa deseada.
¿Cómo te sentirías si fueras -eso- que deseas ser? Usa el estado de ánimo, esta sensación que sería tuya si ya fueras lo que deseas ser, y dentro de poco estarás sellado con la creencia de que lo eres. Entonces, sin esfuerzo, este estado invisible se objetivará a sí mismo, lo invisible será hecho visible.
Si tuvieras la fe de un grano de mostaza, hoy, a través de la sustancia mágica de la sensación, te sellarás a tí mismo en la conciencia de ser -eso- que tú deseas ser. En esta quietud mental o mirada sepulcral permanecerías seguro de que no necesitas a nadie para rodar la piedra, porque todas las montañas, piedras y habitantes de la tierra no son nada a tu vista. Eso que ahora reconoces que es verdad de tí mismo (este estado consciente presente) lo hará de acuerdo a su naturaleza entre todos los habitantes de la tierra, y nadie puede detener su mano o decirle: ¿Qué haces? (N.T.: Daniel 4:35) Nada puede detener este estado de conciencia en el que tú estás sellado, de encarnarse a sí mismo, ni cuestionar su derecho a ser.
Este estado consciente cuando está sellado apropiadamente por la fe es una palabra de Dios, YO-SOY, porque el hombre da por sentado diciendo: "YO-SOY tal y tal...", y la palabra de Dios (mi estado consciente fijo) es espíritu y no puede regresar a mí vacía sino que debe cumplir aquello a lo que fue enviada. La palabra de Dios (tu estado consciente) debe encarnarse ella misma para que tú puedas saber: "YO-SOY el Señor... no hay Dios además de Mí." (Isaías 45:5) "La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros." (Juan 1:14) And "Él envió su palabra y lo sanó." (Salmo 107:20)
Tú también puedes enviar tu palabra, la palabra de Dios, y sanar a un amigo. ¿Hay algo que te gustaría escuchar de un amigo? Define esto como algo que sabes que le encantaría ser o poseer. Ahora, con tu deseo correctamente definido, tienes una palabra de Dios. Para enviar esta Palabra en su camino, para pronunciar esta Palabra a la existencia, simplemente haces esto:
Siéntate en silencio donde estás y asume la actitud mental de escuchar, recuerda la voz de tu amigo, con esta voz familiar establecida en tu conciencia, imagina que realmente estás escuchando su voz y que él te está diciendo que él es o tiene -eso- que tú querías que fuera o que tuviera. Impresiona en tu conciencia el hecho de que realmente lo escuchaste y que él te dijo lo que querías escuchar, siente la emoción de haber escuchado. Luego suéltalo completamente.
Este es el secreto del místico, de enviar palabras a la expresión, de hacer la palabra carne. Formas dentro de ti la palabra, lo que quieres oír, entonces escuchas y te lo dices a ti mismo. "Habla, Señor, porque tu siervo escucha." (Samuel 3:9,10) Tu conciencia es el Señor hablando a través de la voz familiar de un amigo e imprimiendo en ti mismo lo que deseas escuchar. Esta autoimpregnación, el estado impreso en ti mismo, la Palabra, tiene formas y medios de expresarse que nadie conoce. En la medida que logras hacer la impresión, tú serás indiferente a las apariencias porque esta autoimpresión está sellada como un grano de mostaza y, a su debido tiempo, madurará hasta su plena expresión.