Capítulo 20 - El Soplo de Vida
¿El Profeta Elías realmente le devolvió la vida al hijo muerto de la Viuda? Esta historia, junto con todas las otras historias de la Biblia, es un drama psicológico que tiene lugar en la conciencia del hombre. La Viuda simboliza a todos los hombres y mujeres del mundo; el niño muerto representa los deseos frustrados y las ambiciones del hombre; mientras que el profeta, Elías, simboliza el poder de Dios dentro del hombre, o la conciencia de ser del hombre.
La historia nos cuenta que el profeta tomó al niño muerto del seno de la Viuda y lo llevó a una habitación superior. Cuando entró en esta habitación superior, cerró la puerta detrás de ellos; colocando al niño sobre una cama, él sopló vida en él; volviendo a la madre, él le dio al hijo y le dijo: "Mujer, tu hijo vive." (N.T.: 1 Reyes 17:23)
Los deseos del hombre pueden simbolizarse como el niño muerto. El mero hecho de que él desee es una prueba positiva de que la cosa deseada aún no es una realidad viviente en su mundo. Él intenta de todas las formas concebibles hacer realidad este deseo, hacerlo vivir, pero al final descubre que todos los intentos son infructuosos. La mayoría de los hombres no son conscientes de la existencia del poder infinito dentro de sí mismos como el profeta. Permanecen indefinidamente con un niño muerto en sus brazos, sin darse cuenta de que el deseo es la indicación positiva de capacidades ilimitadas para su cumplimiento.
Una vez que el hombre reconoce que su conciencia es un profeta quien da la vida a todo -eso- que él es consciente de ser, él cerrará la puerta de sus sentidos contra su problema y fijará su atención, sólo en -eso- que él desea, sabiendo que al hacerlo sus deseos con certeza son realizados. Con este reconocimiento él descubrirá ser el soplo de vida, que él estará dando el soplo de vida a su deseo, porque él percibirá cómo él mismo conscientemente afirma estar ahora expresando o poseyendo todo lo que desea ser o tener. La cualidad afirmada por el deseo (de una manera desconocida para él) comenzará a moverse y se convertirá en una realidad viviente en su mundo.
Sí, el Profeta Elías vive para siempre como la conciencia ilimitada de ser del hombre, la viuda como su conciencia limitada de ser y el niño como -eso- que él desea ser.