Capítulo 19 - Luz Líquida
“En él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.” (Hechos 17:28)
Psíquicamente, este mundo aparece como un océano de luz que contiene todas las cosas, incluido el hombre, como cuerpos pulsantes envueltos en luz líquida. La historia bíblica del diluvio es el estado en el que vive el hombre. El hombre está inundado en un océano de luz líquida en el que se mueven innumerables seres luz.
La historia del Diluvio realmente se está representando hoy. El hombre es el Arca que contiene dentro de sí los principios masculino-femenino de cada ser vivo. La paloma o idea que se envía a buscar tierra seca es el intento del hombre de encarnar sus ideas. Las ideas del hombre se parecen a los pájaros en vuelo, como la paloma de la historia, volviendo al hombre sin encontrar un lugar para descansar. Si el hombre no deja que tales búsquedas infructuosas lo desanimen, un día el pájaro regresará con una ramita verde. Después de asumir la conciencia de la cosa deseada, se convencerá de que es así; y él sentirá y sabrá que él es -eso- de lo que él se ha apropiado conscientemente, aunque sus sentidos aún no lo hayan confirmado. Un día, el hombre se identificará tanto con su concepción que sabrá que es él mismo, y declarará: "YO SOY; YO SOY -eso- que deseo ser (YO SOY -eso- YO SOY)". Descubrirá que a medida que lo haga, comenzará a encarnar su deseo (la paloma o el deseo esta vez encontrará tierra seca), dándose cuenta del misterio de la palabra hecha carne.
Todo en el mundo es una cristalización de esta luz líquida. YO SOY la luz del mundo. (N.T.: Juan 8:12) Tu conciencia de ser es la luz líquida del mundo que se cristaliza en las concepciones que tienes de ti mismo.
Tu conciencia incondicionada de ser primero se concibe a sí misma en luz líquida (la cual es la velocidad inicial del universo). Todas las cosas, desde las vibraciones o expresiones de vida de las más altas a las más bajas, no son más que las diferentes vibraciones de velocidades de esta velocidad inicial; oro, plata, hierro, madera, carne, etc., son sólo diferentes expresiones o velocidades de esta única sustancia-luz líquida.
Todas las cosas son luz líquida cristalizada; la diferenciación o la infinidad de expresión es causada por el deseo del concebidor de conocerse a sí mismo. Tu concepción de ti mismo determina automáticamente la velocidad necesaria para expresar lo que te has concebido ser.
El mundo es un océano de luz líquida en innumerables estados diferentes de cristalización.