Capítulo 14 - Circuncisión
“En quien también sois circuncidados con la circuncisión hecha sin manos; con el despojamiento del cuerpo de los pecados de la carne mediante la circuncisión de Cristo.” (Colosenses 2:11)
La circuncisión es la operación que quita el velo que oculta la cabeza de la creación. El acto físico no tiene nada que ver con el espiritual. Todo el mundo podría estar físicamente circuncidado y, sin embargo, seguir siendo impuros y ciegos líderes de los ciegos. A los espiritualmente circuncidados se les ha quitado el velo de la oscuridad y se conocen a sí mismos como Cristo, La Luz del mundo.
Permíteme ahora realizar la operación espiritual en ti, el lector. Este acto se realiza el octavo día después del nacimiento, no porque este día tenga un significado especial o difiera de alguna manera de otros días, sino que se realiza el octavo día porque ocho es la figura que no tiene principio ni fin. Además, los antiguos simbolizaban el octavo número o letra como un recinto o velo dentro y detrás del cual yacía enterrado el misterio de la creación. Por lo tanto, el secreto de la operación en el octavo día está en consonancia con la naturaleza del acto, que es revelar la cabeza eterna de la creación, ese algo inmutable en el que todas las cosas comienzan y terminan y, sin embargo, sigue siendo tu ser eterno cuando todas las cosas dejan de ser. Este misterioso algo es tu conciencia del ser.
En este momento eres consciente de ser, pero también eres consciente de ser alguien. Este alguien es el velo que oculta el ser que realmente eres. Primero eres consciente de ser, luego eres consciente de ser hombre. Después de que el velo del hombre se coloca sobre tu ser sin rostro, te vuelves consciente de ser miembro de una determinada raza, nación, familia, credo, etc.. El velo que se levantará en la circuncisión espiritual es el velo del hombre. Pero antes de que esto pueda hacerse, debes cortar las adherencias de raza, nación, familia, etc.. "En Cristo no hay griego ni judío, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer." (Gálatas 3:28) "Debes dejar a tu padre, madre, hermano y seguirme." (N.T.: Lucas 14:26) Para lograr esto, dejas de identificarte con estas divisiones al volverte indiferente a tales afirmaciones. La indiferencia es el cuchillo que corta. La sensación es el lazo que une. Cuando puedas ver al hombre como una gran hermandad sin distinción de raza o credo, entonces sabrás que has cortado estas adherencias. Con estos lazos cortados, todo lo que ahora te separa de tu verdadero ser es tu creencia de que eres hombre.
Para quitar este último velo dejas caer tu concepción de ti mismo como hombre conociéndote sólo como ser. En lugar de la conciencia de "YO SOY hombre", dejas que haya simplemente "YO SOY", sin rostro, sin forma y sin figura. Estás circuncidado espiritualmente cuando la conciencia de hombre se cae y tu conciencia incondicionada de ser se te revela como la cabeza eterna de la creación, una presencia que todo lo sabe, sin forma, sin rostro. Luego, develado y despierto, declararás y sabrás que YO SOY es Dios y además de mí, esta conciencia, no hay Dios.
Este misterio se cuenta simbólicamente en la historia bíblica de Jesús lavando los pies de sus discípulos. Está registrado que Jesús dejó a un lado sus vestiduras, tomó una toalla y se la ciñó. Luego, después de lavar los pies de sus discípulos, los limpió con la toalla con la que estaba ceñido. Pedro protestó por el lavado de sus pies y le dijeron que a menos que sus pies fuesen lavados no tendría parte en Jesús. Al escuchar esto, Pedro respondió: "Señor, no solo mis pies, sino también mis manos y mi cabeza." Jesús respondió y dijo: "El que se lava no necesita más que lavarse los pies, sin embargo está completamente limpio." (N.T.: Juan 13:9,10)
El sentido común le diría al lector que un hombre no está limpio por completo solo porque sus pies están lavados. Por lo tanto, debería descartar esta historia fantástica o buscar su significado oculto. Cada historia de la Biblia es un drama psicológico que tiene lugar en la conciencia del hombre, y ésta no es la excepción. Este lavado de los pies de los discípulos es la historia mística de la circuncisión espiritual o la revelación de los secretos del Señor.
Jesús es llamado el Señor. Te dicen que el nombre del Señor es YO SOY - Je Suis. "YO SOY el Señor ese es mi nombre", Isaías 42:8. La historia dice que Jesús estaba desnudo a excepción de una toalla que cubría sus lomos o secretos. Jesús o el Señor simboliza tu conciencia de ser cuyos secretos están ocultos por la toalla (conciencia del hombre). El pie simboliza el entendimiento que el Señor debe lavar de todas las creencias o concepciones humanas de sí mismo. A medida que se quita la toalla para secar los pies, se revelan los secretos del Señor. En resumen, la eliminación de la creencia de que eres hombre revela tu conciencia como la cabeza de la creación. El hombre es el prepucio que esconde la cabeza de la creación. Yo soy el Señor oculto por el velo de hombre.