Capítulo 1: La Ley y su Operación
EL mundo, y todo dentro de él, es la conciencia condicionada del hombre objetivada. La conciencia es la causa y la sustancia del mundo entero.
Así que es a la conciencia a la que debemos recurrir si queremos descubrir el secreto de la creación.
El conocimiento de la ley de la conciencia y el método de operar esta ley te permitirá lograr todo lo que desees en la vida. Armado con un conocimiento práctico de esta ley, tú puedes construir y mantener un mundo ideal.
La conciencia es la única realidad, no figurativamente, sino realmente. En aras de la claridad, esta realidad puede compararse con una corriente que se divide en dos partes, la consciente y la subconsciente. Para operar inteligentemente la ley de la conciencia, es necesario comprender la relación entre el consciente y el subconsciente.
La consciente es personal y selectiva; la subconsciente es impersonal y no selectiva. La consciente es el reino del efecto; la subconsciente es el reino de la causa. Estos dos aspectos son las divisiones masculina y femenina de la conciencia. El consciente es masculino; el subconsciente es femenino.
El consciente genera ideas e imprime estas ideas en el subconsciente; el subconsciente recibe ideas y les da forma y expresión. Según esta ley, primero concebir una idea y luego imprimir la idea concebida en el subconsciente, todas las cosas evolucionan fuese de la conciencia; y sin esta secuencia, no hay algo hecho que sea hecho. El consciente impresiona al subconsciente, mientras que el subconsciente expresa todo lo que está impreso en él.
El subconsciente no origina ideas, sino que acepta como verdaderas aquellas que la mente consciente siente como verdaderas y, de una manera conocida sólo por sí misma, objetiva las ideas aceptadas. Por lo tanto, a través de su poder para imaginar y sentir y su libertad para elegir la idea que entretendrá, el hombre tiene control sobre la creación. El control del subconsciente se logra mediante el control de tus ideas y sensaciones. El mecanismo de creación está oculto en la profundidad misma del subconsciente, el aspecto femenino o matriz de la creación.
El subconsciente trasciende la razón y es independiente de la inducción. Contempla una sensación como un hecho que existe en su interior y sobre esta asunción procede a darle expresión. El proceso creativo comienza con una idea y su ciclo sigue su curso como una sensación y culmina en una voluntad de actuar.
Las ideas se imprimen en el subconsciente por medio de la sensación. No se puede imprimir ninguna idea en el subconsciente hasta que se sienta, pero una vez que se siente, ya sea bueno, malo o indiferente, debe expresarse.
La sensación es el único medio a través del cual las ideas se transmiten al subconsciente. Por lo tanto, el hombre que no controla sus sensaciones puede impresionar fácilmente al subconsciente con estados indeseables. Por control de las sensaciones no se entiende la restricción o la supresión de tus sensaciones, sino más bien la disciplina de uno mismo para imaginar y entretener sólo las sensaciones que contribuyen a tu felicidad.
El control de tus sensaciones es muy importante para una vida plena y feliz. Nunca entretengas una sensación indeseable, ni pienses con simpatía sobre lo erróneo en cualquier forma. No te detengas en la imperfección tuya o de los demás. Hacerlo es impresionar al subconsciente con estas limitaciones. Lo que no deseas que se te haga a tí, no sientas que eso es hecho a tí o a otro. Esta es toda la ley de una vida plena y feliz. Todo lo demás son comentarios.
Cada sensación produce una impresión subconsciente y, a menos que sea contrarrestada por una sensación más poderosa de naturaleza opuesta, debe ser expresada.
La dominante de dos sensaciones es la expresada. Yo estoy sano es una sensación más fuerte que yo estaré sano. Sentir que yo seré es confesar que yo no lo soy. Yo soy es más fuerte que yo no soy. Lo que sientes que eres siempre domina lo que sientes que te gustaría ser; por lo tanto, para ser realizado, el deseo debe ser sentido como un estado que es en lugar de un estado que no es.
La sensación precede a la manifestación y es la base sobre la cual descansa toda manifestación. Ten cuidado con tus estados de ánimo y sensaciones, ya que existe una conexión ininterrumpida entre tus sensaciones y tu mundo visible. Tu cuerpo es un filtro emocional y lleva las marcas inconfundibles de tus emociones prevalentes. Las perturbaciones emocionales, especialmente las emociones reprimidas, son las causas de todo malestar. Sentir intensamente un agravio sin manifestar o expresar esa sensación es el comienzo de un malestar, mal-estar, tanto en el cuerpo como en el entorno. No albergues la sensación de pesar o fallo porque la frustración o distanciamiento de tu objetivo resulta en malestar.
Piensa sensacionalmente sólo en el estado que tú deseas realizar. Sentir la realidad del estado buscado, viviendo y actuando sobre esa convicción es el camino de todos los aparentes milagros. Todos los cambios de expresión se producen a través de un cambio de sensación. Un cambio de sensación es un cambio de destino. Toda creación ocurre en el dominio del subconsciente. Lo que debes adquirir, entonces, es un control reflexivo del funcionamiento del subconsciente, es decir, el control de tus ideas y sensaciones.
La casualidad o el accidente no son responsables de las cosas que te suceden, ni el destino predestinado es el autor de tu fortuna o desgracia. Tus impresiones subconscientes determinan las condiciones de tu mundo. El subconsciente no es selectivo; es impersonal y no hace acepción de personas (Hechos 10:34; Romanos 2:11). El subconsciente no está interesado por la verdad o la falsedad de tus sensaciones. Siempre acepta como verdadero -eso- que tú sientes que es verdad. Sentir es el consentimiento del subconsciente de la verdad de eso que es declarado ser verdadero. Debido a esta cualidad del subconsciente, no hay nada imposible para el hombre. Cualquier cosa que la mente del hombre pueda concebir y sentir como verdadera, el subconsciente puede y debe objetivar. Tus sensaciones crean el patrón a partir del cual se crea tu mundo, y un cambio de sensación es un cambio de patrón.
(N.T.: Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepcion de personas. Hechos 10:34; Porque no hay acepcion de personas para con Dios. Romanos 2:11)
El subconsciente nunca deja de expresar -eso- que ha sido impreso en él. En el momento en que recibe una impresión, comienza a resolver los caminos de su expresión. Él acepta la sensación impresa en él, tu sensación, como un hecho existiendo dentro de él mismo e inmediatamente se dispone a producir en el mundo exterior u objetivo la semejanza exacta de esa sensación.
El subconsciente nunca altera las creencias aceptadas del hombre. Él las exterioriza hasta el último detalle, sean o no beneficiosas.
Para impresionar al subconsciente con el estado deseable, tú debes asumir la sensación que sería tuya si ya hubieras realizado tu deseo. Al definir tu objetivo, tú debes estar interesado solamente en el objetivo mismo. La manera de expresión o las dificultades involucradas no deben ser consideradas por ti. Pensar con sentidamente en algún estado lo impresiona en el subconsciente. Por lo tanto, si te ocupas en dificultades, barreras o retrasos, el subconsciente, por su naturaleza no-selectiva, acepta la sensación de dificultades y obstáculos como tu solicitud y procede a producirlos en tu mundo exterior.
El subconsciente es la matriz de la creación. Él recibe la idea en él mismo a través de las sensaciones del hombre. Nunca cambia la idea recibida, pero siempre le da forma. De ahí que el subconsciente exterioriza la idea a imagen y semejanza de la sensación recibida. Sentir un estado como sin esperanza o imposible es impresionar al subconsciente con la idea de fracaso.
Aunque el subconsciente sirve fielmente al hombre, no debe inferirse que la relación es la de un sirviente con un amo como se concibió antiguamente. Los antiguos profetas lo llamaron esclavo y sirviente del hombre. San Pablo lo personificó como una "mujer" y dijo: "La mujer debe estar sujeta al hombre en todo." (Efesios 5:24; también, 1 Corintios 14:34, Efesios 5:22, Colosenses 3:18, 1 Pedro 3: 1) El subconsciente sirve al hombre y fielmente da forma a sus sensaciones. Sin embargo, el subconsciente tiene un claro disgusto por la compulsión y responde a la persuasión más que a un comando; en consecuencia, se parece más a la amada esposa que al sirviente.
"El esposo es la cabeza de la esposa." (Efesios 5:23) Puede no ser cierto para el hombre y la mujer en su relación terrenal, pero es cierto para el consciente y el subconsciente, o los aspectos masculino y femenino de la conciencia. El misterio al que se refería Pablo cuando escribió: "Este es un gran misterio (5:32) ... El que ama a su esposa se ama a sí mismo (5:28)... Y los dos serán una sola carne (5:31)", es simplemente el misterio de la conciencia. La conciencia es realmente una e indivisa, pero por el bien de la creación parece estar dividida en dos. El aspecto consciente (objetivo) o masculino es realmente la cabeza y domina el aspecto subconsciente (subjetivo) o femenino.
Sin embargo, este liderazgo no es el del tirano, sino el del amante. Entonces, al asumir la sensación que sería tuya si ya estuvieses en posesión de tu objetivo, el subconsciente se mueve para construir la semejanza exacta de tu asunción.
Tus deseos no son subconscientemente aceptados hasta que tú asumes la sensación de su realidad, ya que sólo a través de la sensación una idea es subconscientemente aceptada y sólo a través de esta aceptación subconsciente es ésa idea alguna vez expresada. Es más fácil atribuir tus sensaciones a los acontecimientos en el mundo que admitir que las condiciones del mundo reflejan tus sensaciones. Sin embargo, es eternamente cierto que el exterior refleja el interior.
“Como dentro, así fuera” ("Como arriba, así abajo; como abajo, así arriba; como adentro, así afuera; como afuera, así adentro", "Correspondencia", el segundo de Los Siete Principios de Hermes Trismegisto).
"Un hombre no puede recibir nada a menos que le sea dado desde cielo." (Juan 3:27) y "El reino de los cielos está dentro de ti." (Lucas 17:21).
Nada viene de afuera; todas las cosas provienen del interior, del subconsciente.
Es imposible para tí ver otra cosa que no sean los contenidos de tu conciencia. Tu mundo en cada detalle es tu conciencia objetivada. Los estados objetivos dan testimonio de las impresiones subconscientes. Un cambio de impresión da como resultado un cambio de expresión.
El subconsciente acepta como verdadero lo que tú sientes como verdadero, y como la creación es el resultado de impresiones subconscientes, tú, a través de tú sensación, determinas la creación.
Tú ya eres -eso- que tú quieres ser, y tu negativa a creer esto es la única razón por la que tú no lo ves. Buscar en el exterior -eso- que tú no sientes que tú eres es buscar en vano, porque nunca encontramos -eso- que queremos; encontramos sólo -eso- que somos.
En resumen, tú expresas y tienes sólo -eso- que tú eres consciente de ser o poseer. “Al que tiene, se le da.” (Mateo 13:12; 25:29; Marcos 4:25; Lucas 8:18; 19:26) Negar la evidencia de los sentidos y apropiarse de la sensación del deseo cumplido es el camino hacia la realización de tu deseo.
La maestría del autocontrol de tus pensamientos y sensaciones es tu mayor éxito. Sin embargo, hasta que un perfecto autocontrol sea alcanzado, de modo que, a pesar de las apariencias, tú sientas todo -eso- que tú quieres sentir, usa el sueño y la oración para ayudarte en la realización de tus estados deseados. Éstas son las dos puertas de entrada al subconsciente.