Todas las cosas deben comenzar y terminar en la conciencia:
"Excepto que el Señor construya la casa, en vano ellos trabajan en construirla." (N.T.: Salmo 127:1) "El Señor", siendo tu conciencia, excepto que lo que buscas sea establecido primero en tu conciencia, trabajarás en vano para encontrarla. Todas las cosas deben comenzar y terminar en la conciencia.
Entonces, bendito es el hombre que confía en sí mismo, porque la fe del hombre en Dios siempre será medida por su confianza en sí mismo. Tú crees en un Dios, cree también en MI. (N.T.: Juan 14:1) No pongas tu confianza en el hombre por el hombre, sólo refleja el ser que eres, y sólo puede traerte o hacerte lo que primero te has hecho a ti mismo.
"Ningún hombre me quita la vida, yo mismo la dejo, tengo el poder de dejarla y el poder de tomarla de nuevo.” (N.T.: Juan 10:18) No importa lo que le pase al hombre en este mundo, nunca es un accidente. Ocurre bajo la guía de una Ley exacta e inmutable.
"Ningún hombre" (manifestación) "viene a mí excepto que el Padre dentro de mí lo llame" y "mi Padre y yo somos uno." Cree en esta verdad y serás libre. El hombre siempre ha culpado a los demás por lo que es y continuará haciéndolo hasta que él se encuentre a sí mismo como la causa de todo. "YO SOY" viene no para destruir sino para cumplir. "YO SOY", la conciencia dentro de ti, no destruye nada sino que llena siempre los moldes o la concepción que uno tiene de sí mismo.
Es imposible que el hombre pobre encuentre riqueza en este mundo, no importa cuánto esté rodeado de ella, hasta que él primero se declare a sí mismo ser rico. Porque las señales siguen, no preceden. Patalear y quejarse constantemente contra las limitaciones de la pobreza mientras se permanece pobre en conciencia es jugar al juego de los tontos. Los cambios no pueden tener lugar desde ese nivel de conciencia, ya que la vida está constantemente exteriorizando todos los niveles.