Sólo puedes ser para los demás lo que eres primero para ti:
Sabiendo esto, comienza a revaluarte a tí mismo. El hombre ha puesto muy poco valor sobre sí mismo. En el Libro de los Números leerás: “En ese día había gigantes en la tierra, y nosotros éramos a nuestra vista como saltamontes. Y éramos a la vista de ellos como saltamontes.” (N.T.: Números 13:33) Esto no significa un momento en el oscuro pasado cuando el hombre tenía la estatura de gigantes. Hoy es el día, el eterno ahora cuando las condiciones que te rodean han alcanzado la apariencia de gigantes (como el desempleo, los ejércitos de tu enemigo, tus problemas y todas las cosas que parecen amenazarte) , esos son los gigantes que te hacen sentirte a ti mismo ser un saltamontes. Pero, te dijeron, fuiste primero, a tu propia vista, un saltamontes y por eso eras para los gigantes: Un saltamontes. En otras palabras, sólo puedes ser para los demás lo que eres primero para ti. Por lo tanto, revaluarte a tí mismo y comenzar a sentirte ser el gigante, un centro de poder, es empequeñecer a estos antiguos gigantes y convertirlos en saltamontes.
"Todos los habitantes de la tierra son como nada, y Él hace según Su Voluntad en los ejércitos del cielo y entre todos los habitantes de la tierra; y nadie puede detener su mano, ni decirLe: ¿Qué haces?” (N.T.: Daniel 4:35) De lo que se habla no es del dios ortodoxo sentado en el espacio, sino del Uno y Único Dios: El Padre eterno, tu conciencia de ser. Así que despierta al Poder que eres, no como hombre, sino como tu verdadero yo, una conciencia sin rostro, sin forma, y libérate de tu prisión autoimpuesta.