Saltar al contenido principal

Para la vida no hay nada correcto o incorrecto:

Sigue el ejemplo del hijo pródigo. (N.T.: Lucas 15:11) Date cuenta de que tú mismo provocaste esta condición de pérdida y carencia y toma la decisión dentro de ti mismo de elevarte a un nivel más alto donde el ternero cebado, el anillo y la túnica esperan tu afirmación. (N.T.: Lucas 15:22,23)

No hubo condenación del hijo pródigo cuando tuvo el coraje de reclamar esta herencia como suya. Otros nos condenarán sólo mientras continuemos en aquello por lo que nos condenamos a nosotros mismos. Entonces: "Feliz es el hombre que no se condena a sí mismo en -eso- que él permite." (N.T.: Romanos 14:22) Porque para la vida nada es condenado. Todo es expresado.

A la vida no le importa si te llamas a tí mismo rico o pobre, fuerte o débil. Te recompensará eternamente con lo que afirmas como cierto de ti mismo. Las medidas de lo correcto y lo incorrecto pertenecen sólo al hombre. Para la vida no hay nada correcto o incorrecto.

Como dijo Pablo en sus cartas a los romanos: "Sé y estoy persuadido por el Señor Jesús de que no hay nada inmundo en sí mismo, pero para el que estima que algo es inmundo, para él es inmundo." (N.T.: Romanos 14:14) Deja de preguntarte si tú eres digno o indigno de recibir lo que deseas. Tú, como hombre, no creaste el deseo. Tus deseos son siempre modelados dentro de ti a causa de -eso- que tú ahora afirmas tú mismo ser.

Cuando un hombre tiene hambre (sin pensar) automáticamente desea comida. Cuando está encarcelado, automáticamente desea libertad y así sucesivamente. Tus deseos contienen dentro de sí mismos el plan de autoexpresión. Por lo tanto, deja todos los juicios fuera de la imagen y eleva la conciencia al nivel de tu deseo y házte uno con él afirmando que así es ahora. Porque: “Mi Gracia es suficiente para ti. Mi Fuerza es hecha perfecta en debilidad." (N.T.: 2 Corintios 12:9)