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Ningún hombre desea matar a otro:

Una pregunta que se hace con frecuencia cuando se hace esta declaración es: Si el deseo de uno es un regalo de Dios, ¿cómo puedes decir que si uno desea matar a un hombre, ese deseo es bueno y, por lo tanto, Dios lo envió? En respuesta a esto, permíteme decir que ningún hombre desea matar a otro. Lo que él desea es liberarse de tal persona. Pero debido a que no cree que el deseo de ser libre de tal persona contenga los poderes de la libertad, condiciona ese deseo y ve que la única forma de expresar esa libertad es destruir al hombre, olvidando que la vida que contiene el deseo tiene caminos que él, como hombre, desconoce. Sus caminos son inescrutables. (N.T.: Romanos 11:33)

Así el hombre distorsiona los dones de Dios a través de su falta de fe. Los problemas son las montañas de las que se habla pueden ser removidas si uno tiene la fe de un grano de mostaza. Los hombres se acercan a su problema como lo hizo la anciana que, al asistir al servicio y escuchar al sacerdote decir: "Si tuvieras la fe de un grano de semilla de mostaza, dirías a esa montaña muévete y será removida y nada es imposible para ti." (N.T.: Mateo 17:20) Esa noche, mientras decía sus oraciones, citó esta parte de La Escritura y se retiró a la cama en lo que pensó que era fe. Al levantarse por la mañana, corrió hacia la ventana y exclamó: "Sabía que la vieja montaña todavía estaría allí." Pues así es como el hombre aborda su problema. Él sabe que ellos estarán aún allí para confrontarlo. Y debido a que la vida no hace acepción de personas y nada destruye, continúa manteniendo vivo -eso- de lo cual él es conciente de ser.