El maravilloso principio de la ley eterna de Dios y su promesa. La ley es muy simple, solo que es condicional. Nosotros somos el poder operante; no funciona por sí sola. Puedes ser cualquier cosa que quieras ser en este mundo si estás dispuesto a pagar el precio. El único precio que pagas es renunciar a lo que eres para que, en la Imaginación, puedas convertirte en lo que quieres ser. Ese es el precio que pagas. La moneda que usas es simplemente diligencia, persistencia, fe —fe en la realidad de tu acto invisible. Te imaginas a ti mismo siendo lo que quieres ser y crees en la realidad de ese acto invisible. Y luego te vuelves diligente, te vuelves persistente y perseveras en ese estado. Y entonces echa raíces y crece en este mundo.