Ahora, aquí estamos en este fabuloso mundo nuestro y pensamos, bueno, sigamos adelante y hagamos más de esto, más de aquello, y poseamos innumerables cosas del mundo. Pero déjame decirte esta noche el propósito de todo ello. Parece arrogante, pero te diré, estamos construyendo un templo para la morada de Dios Padre. Tú y yo, cuando el trabajo esté completo, somos Dios Padre, sin pérdida alguna de identidad. Estamos contribuyendo a esta construcción de nuestras estructuras individuales.