Te digo que imaginar crea la realidad. Pero un acto imaginal debe encontrarse con la fe para hacerse efectivo en este mundo. Y así, cuando me senté en el Silencio y lo creí, lo creí de verdad. Oí la voz de la señora, y así, cinco semanas después, me lo cuenta. Y, permíteme decirte, somos vecinos, ella está al lado, pero no me llamó para decírmelo. Pero no me importó, sabía que había funcionado. Si nunca me lo dijo, seguía sintiendo que había funcionado, y eso es lo único que importa.

Así que ahora vayamos al Silencio y tomemos lo que es para nosotros el ideal supremo, sea lo que sea, en relación con nuestro estado actual, para poder trascender lo que somos convirtiéndonos en lo que queremos ser. Lo hacemos mediante la sencilla técnica de sembrar una idea. Pero la idea debe tener aceptación por tu parte, es decir, debes mezclarla con Fe. Porque no sirvió de nada a los que oyeron lo mismo que nosotros. ¿Por qué? -Dijo Pablo-, porque el mensaje no encontró Fe en los oyentes. Así que, "Sin fe, no puedes agradarLe." (N.T.: Hebreos 11:6) Ahora vamos...